Cuando la honestidad intelectual no es tu fuerte

En estos días hemos visto las pésimas declaraciones de la diputada de Santander, Ángela Hernández, a raíz de la Ley de Convivencia Escolar y la campaña del Ministerio de Educación para evaluar y modificar los manuales de convivencia en los colegios públicos y privados del país, a fin de garantizar la ausencia de discriminación en estos, especialmente con los estudiantes pertenecientes a las minorías LGBTI. Según Hernández, se está pretendiendo imponer la “ideología de género” y la “colonización homosexual”, y llegó al punto de sugerir que se creen baños y colegios LGBTI. Como es costumbre, apoyándola salió una caterva de personas, mayormente cristianos, diciendo que se quiere imponer aberraciones a los niños, que ellos respetan a los homosexuales pero que no son personas morales, que van a destruir el modelo tradicional a la familia, que quieren hacer gays a los niños, y otro montón de lo que son, con todo respeto, estupideces.

A pesar de que ya se sabe que la diputada Hernández está haciendo afirmaciones de forma engañosa, descontextualizada e ignorante, y que además es otro de tantos títeres políticos de las iglesias cristianas, muchos se han comido el cuento de la defensora de la familia y los derechos de los niños, y entre esos muchos que no son precisamente muy cristianos. A eso se le suma el polémico referendo que solicita Vivian Morales para tumbar la adopción homoparental, y las infelices declaraciones del Procurador y el concejal Marco Fidel Ramírez.

La verdad no es que espere otra cosa de muchos cristianos, pero en verdad que esa actitud santurrona y ese falso respeto a los homosexuales con el que muchos se atascan la boca es sumamente enervante. Y en realidad, todo lo que están siendo es deshonestos intelectualmente con el mundo, con la realidad y con todos los que le rodean. Irónicamente, están siendo un tanto hipócritas como cristianos.

Y ya que se sienten tan orgullosos de su falsa rectitud y tolerancia, siempre conviene señalarles en qué se equivocan, y lo embusteros que muchos son. No es que espere cambiar las ideas de nadie, porque el que es cristiano profundo no renunciará a sus creencias, y tiene una sorprendente sordera selectiva ante las evidencias, pero siempre habrá alguna persona que comparta sus afirmaciones superficialmente, y en el fondo se cuestione si son tan éticas como aseguran. Me disculpo de antemano si en algún momento la entrada se torna grosera; sin embargo, como a los cristianos les encanta llamar aberrados y pecadores a muchas personas, no siento la necesidad de guardarme nada.

Si usted cree que la diputada Hernández habla con la verdad cuando dice que se quiere colonizar homosexualmente los colegios del país, y que se pretende imponer ideologías personales de la ministra Parody a los niños, usted no está siendo honesto intelectualmente. Si lo fuera, se habría tomado la molestia de averiguar que la iniciativa de MinEducación no viene de la orientación sexual de Parody; se trata del cumplimiento de una sentencia de la Corte Constitucional para la revisión de los manuales de convivencia de los colegios de todo el país, a raíz de la muerte de Sergio Urrego, un estudiante que se quitó la vida ante el acoso y la discriminación de las directivas de su colegio por su condición de ateo y homosexual. El propósito de dicha revisión es eliminar por completo la discriminación de los estudiantes por su raza, credo religioso, orientación sexual o identidad de género. ¿Eso es enseñar el homosexualismo, o tratar de volver gay a los niños? Por supuesto que no. Además, si quiere que sus hijos crean que el homosexualismo es una aberración, bien puede seguir enseñándoselo en su casa. Si usted realmente está de contra que se garanticen los derechos de los menores de edad que son discriminados por su condición sexual, realmente es una persona mucho más inmoral de lo que los acusa a ellos. Si realmente no sabe ni entiende nada de toda esta información, usted está siendo críticamente perezoso; si lo sabe, pero no lo entiende, está siendo simplemente ignorante; si lo sabe, lo entiende, y aun así cree en lo que dice Hernández, usted es un farsante.

Si usted cree que se está enseñando la perversión a los niños, y que se está propagando la enfermedad del fin de los tiempos, usted no está siendo honesto intelectualmente. De serlo, ya sabría lo que se sabe desde hace muchos años: que el homosexualismo no es ni una enfermedad, ni una perversión, y que no se hace homosexual a nadie. Si no es capaz de aceptar la evidencia científica porque va en contra de sus creencias personales, sólo está siendo un prejuicioso intransigente, y en verdad no es una persona muy objetiva. Y una persona poco objetiva es un pésimo crítico, y en muchos trabajos un pésimo profesional.

Si usted cree que los homosexuales no pueden casarse ni adoptar niños, que son unos pedófilos y zoofílicos, usted no está siendo honesto intelectualmente. Es más, usted está siendo un discriminador repugnante, y además con ideas estúpidas. Si fuera tan objetivo y sabio como cree serlo, sabría que la evidencia científica es abrumadora al respecto: no hay diferencias entre los niños criados por “familias tradicionales” y los criados por parejas homoparentales. Es cierto que hay algunos casos de personas resentidas por este tipo de crianza, pero no son representativos de lo que muestra la evidencia. Y si hablamos de la pederastia, que es la herramienta más sucia y repugnante de su parte, déjeme recordarle que la mayor parte de los casos de maltrato infantil, violencia intrafamiliar y abuso sexual a menores de edad ocurren en familias heterosexuales, y en un aterrador porcentaje de estos últimos, el perpetrador es uno de los padres. Si quieren jugar sucio, eliminemos por completo todo el sistema de adopción, porque si van a tomar unos cuantos casos de abuso sexual infantil en parejas gay para prohibirles la adopción, con mayor razón tengamos en cuenta todos los casos en familias “tradicionales” y neguémosles esa posibilidad a ellas también. Le recomiendo que no sea imbécil, y no se ponga a saltar gritando arengas contra temas que no entiende como si fuera un loro con lobotomía. Y si comprende bien cómo funciona la evidencia científica, y está en contra de ello simplemente por creencias personales, entonces sólo es usted un homofóbico odiando lo que no entiende.


Si usted cree que sus creencias religiosas le permiten dictar lo que deben hacer las demás personas, e incluso comandar los designios del Estado colombiano, usted no está siendo honesto intelectualmente. Colombia es un Estado laico, y eso significa que las creencias religiosas no pueden ni deben moldear las decisiones de las instituciones públicas. Las creencias religiosas son creencias personales, que deben mantenerse dentro del ámbito personal y dentro de las congregaciones religiosas: no deben ni afectar a los que no pertenecen a dicha religión, ni mucho menos a las ramas del poder público, que deben garantizar igualdad de derechos y condiciones para todas las personas, y eso incluye a los que no comparten su creencia religiosa y a los que no tienen ninguna creencia religiosa. Aquí no valen ni el gran volumen de gente que sea cristiana, ni que basen sus creencias en un libro supuestamente sagrado, porque todo eso no son más que actos de fe: fuera de su credo, no tienen que importarle a nadie más. Es por eso que los colegios públicos no pueden discriminar a un estudiante por condición de su religión o su sexualidad, ya que eso sería asumir una posición confesional, y eso es anticonstitucional (por desgracia, no es que se siga muy a cabalidad esto). En cuanto a los colegios privados, aunque sí pueden asumir un credo particular, no pueden tampoco discriminar a dichos estudiantes, ya que las creencias religiosas no están por encima de la Constitución.

Como señala alguien en Bogotá Atea (sitio origen de esta imagen), el segundo enunciado es un tanto engañoso: sí se puede ser docente oficial teniendo un credo religioso. Lo que no se puede hacer es usar ese credo para discriminar en las aulas.

Si usted dice que los homosexuales no deberían casarse, ni adoptar hijos, ni gozar de los mismos beneficios de pareja que las familias heterosexuales, pero luego se escuda diciendo que usted los respeta, y que no está discriminándolos por creer esto, usted no está siendo honesto intelectualmente. De hecho, no está siendo más que un cobarde, pues está haciendo declaraciones controversiales, pidiendo que una minoría civil sea mantenida como ciudadanos de segunda clase, y luego pretende que nadie lo critique por ello. Y la realidad es que sí es homofobia lo que está usted haciendo. Para que lo comprenda: si usted dice que respeta a los negros, pero cree que los negros no deberían casarse ni con blancos ni entre ellos (porque es una institución supuestamente de los blancos), ni adoptar niños blancos, ni gozar de los mismos derechos de las parejas blancas, usted no está siendo respetuoso ni comprensivo. Eso tiene un nombre, y es discriminación y racismo. Vea nuevamente la estructura de la misma frase aplicada a la población LGBTI. ¿Va a seguir diciendo que los está respetando, y que no está siendo homofóbico ni discriminador? ¿Queda lo bastante claro, o es que de verdad necesita usted que saque la plastilina?

Creo que lo más frustrante de todo esto es que yo he visto de cerca a muchas personas que han sido criadas por un solo padre, o por una abuela (conozco a uno que creció con su madre y su abuela), por lo que son el ejemplo perfecto de que no es necesario el padre de sexo opuesto para que “no se hagan” homosexuales -por cierto, el referendo de Morales también pretende acabar con ese tipo de familias, pero parece que a ellos les importa un comino-. Y aun así son el ejemplo perfecto de discriminadores recalcitrantes y en negación total de su discriminación. Y si fueran intelectualmente honestos, y tan inteligentes como dicen ser, habrían visto que la mayoría de las personas homosexuales vienen de familias “tradicionales”, por lo que sus hipótesis se van al garete. Pero ese defecto de razonamiento no se les pasa nunca por la cabeza, porque en medio de sus creencias personales han perdido su voluntad de autocrítica y reflexión. Y eso es triste.

Es todo lo que tenía para decir. Si hay alguna persona oponiéndose a la campaña de MinEducación, pero que sea realmente honesta con su pensamiento, quizás esto lo haga reflexionar un poco y cuestionar si lo que está haciendo es realmente lo correcto. Nuevamente me disculpo por el tono que la entrada puede haber tomado a veces, pero es imposible mantenerse sereno cuando hay tantos embusteros que proclaman respeto y tolerancia mientras quieren que se mantenga a una minoría en una posición de inferioridad social.

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